domingo, 27 de julio de 2014

Annual. Verano de 1921


 
La ventaja de escribir en “mi” blog es que puedo escribir de lo que me venga en gana aunque no siga una línea temática concreta. Normalmente hablo sobre asuntos que me atañen personalmente,  pero de vez en cuando me gusta hablar de episodios de la historia que por alguna razón me han impresionado.

El tema de las guerras de España en Marruecos apenas se estudia en la enseñanza secundaría y son episodios prácticamente desconocidos para la mayoría de los españoles. Es como si un gran velo cubriera todos aquellos sucesos que tanto atormentaron a nuestros bisabuelos y que llevaron el luto a miles de hogares del país

En Julio de 1921 el país entero se conmocionó al conocer que trece mil soldados españoles habían perecido en las montañas y barrancos del Rif, en lo que posteriormente sería  conocido como “El desastre de Annual”, el gran descalabro del ejército español en Marruecos, posiblemente el episodio más dramático y vergonzoso de toda su historia.
 

 El acuerdo franco español de 1912 por el que los dos estados se repartían el territorio marroquí nos daba la posesión de un territorio árido  y hostil lleno de pedregales entre escarpadas montañas, que sin embargo si satisfacía a aquellos que tenían intereses en la riqueza de sus minas, y a los  militares “africanistas” que veían la ocasión de vengar la afrenta del 98, mientras se  cubrían de medallas y ascendían fácilmente.
 
 
 
Muy distinta era la opinión general de la sociedad española que estaba harta de mandar a sus hijos a luchar a África y entre la que eran muy populares canciones como esta:

En el barranco del Lobo

Hay una fuente que mana

Sangre de los españoles   

Que murieron por la Patria.

 

Pobrecitas madres

Cuánto llorarán     

al ver que sus hijos

a la guerra van.

 

     Ni se lava ni se peina       

                        Ni se pone la mantilla                         

Hasta que venga su novio

De la guerra de Melilla.

 

Pobrecitas madres…

 

Melilla ya no es Melilla

Melilla es un matadero

Donde van los españoles

A morir como corderos.

 

Pobrecitas madres…
 
 
 
 

Existía una corrupción generalizada en el ejercito de Marruecos, algo que denunciaría Indalecio Prieto en la Cortes señalando que “Melilla era un Lupanar y una ladronera”. Los reclutas españoles estaban mal vestidos, mal alimentados y  sobre todo muy desmotivados por su presencia allí. Muchos mandos trapicheaban con todo ese material que tendría que ir destinado a la tropa. Se llegaron a vender fusiles al propio enemigo, armas que luego se volverían contra los españoles.
 

El Comandante General de Melilla, el General Silvestre era un personaje singular, temerario y vehemente. Tenía como mando superior al Alto Comisario del Protectorado, el General Berenguer. Frente a ellos las Cábilas  (tribus) del Rif,  que se habían levantado bajo el mando del inteligente Abd el Krim. Bereberes acostumbrados a enfrentarse a la muerte, que luchaban contra el invasor de su tierra.
 

Durante el Invierno de 1921 Silvestre avanzó hacia el Oeste, su objetivo era Alhucemas y ocupar de una vez el Rif. Lo hizo de una forma insensata alargando excesivamente sus líneas de abastecimientos, sosteniéndose sobre destacamentos ubicados en más de cien “blocaos” muchas veces mal situados y con dificultades de aprovisionamiento.

Instaló su campamento en la llanura de Anual desde donde en Mayo ordenó la toma de la cima del monte  Abarran. Fue un error ya que era una posición que no podría socorrerse ni abastecerse en caso de ser atacada, como así ocurrió  horas después cuando los rifeños la recuperaron y masacraron a sus defensores.
 

El 21 de Julio la posición de la colina de Iguireben que protegía el campamento de Annual no puede resistir mas el asedio enemigo, su fin es épico. El último mensaje de su comandante fue: “Sólo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición.”

 

Al día siguiente, viéndose completamente rodeados por los rifeños  Silvestre ordenó la retirada organizada hacía posiciones más seguras. Cuando empiezan a salir alguien gritó “sálvese quien pueda” y entonces es cuando desencadenó el  caos. Mientras Silvestre se pegaba un tiro en su tienda, el pánico se apoderaba  de oficiales que se quitaban las insignias para no ser reconocidos  y de soldados que arrojaban sus fusiles en una atropellada carrera. Son cazados sin piedad y muchos de ellos destripados y mutilados.
 

En pocas horas todas las posiciones  van cayendo en medio de la desbandada general. Izzumar, Ben Tieb, Drius etc. Una columna al mando del General Navarro se refugió en Monte Arruit y allí resistirá hasta el 9 de Agosto, fecha en la que serían asesinados sus tres mil defensores, después de traicionar los rifeños las condiciones de capitulación que habían pactado.
 

En apenas diez días los cadáveres de trece mil españoles quedarían insepultos  por  los secarrales del Rif. Se decía que a partir de segundo día los buitres sólo comían de comandante para arriba.
 

Pero también se vieron episodios de valor extremo aquellos días. De especial mención es el comportamiento de los jinetes del regimiento de Caballería de Alcántara que haciendo cargas suicidas hasta ser prácticamente aniquilados,  protegerían la retirada del torrente de fugitivos que venía de Annual. Impresiona ver la foto de sus cadáveres, en formación hasta el final.
 

España, sobrecogida por el dramatismo del desastre, clamaba pidiendo responsabilidades. El general Picasso se encargó de una investigación que podía comprometer directamente al Rey, al que algunos acusaban de “alentar” la irresponsable ofensiva de Silvestre, así como a Berenguer y a altos mandos del Ejército de Marruecos por su incompetencia o cobardía aquellos días. Pero cuando estaban a punto de ver la luz sus conclusiones, “casualmente” Primo de Rivera dio el golpe de Estado de 1923 dando carpetazo a todas las investigaciones, quedando impunes la mayoría de los responsables.

El desastre de Annual provocó una gran crisis social y política que no sólo tuvo como consecuencia directa  la implantación de la Dictadura del general Primo de Rivera,  además socavó enormemente la imagen de Alfonso XIII siendo uno de los motivos por los que perdió el apoyo del pueblo, lo que le haría tomar el camino del exilio en 1931.