miércoles, 30 de octubre de 2013

Teruel también existe


Ese frase que no se qué publicista se la sacaría de la chistera pero que resulto ser todo  un pelotazo, realmente hizo que muchas personas volvieran su mirada hacía Teruel y algunas  también incluso lo buscaran en el mapa pues yo creo que era una de las provincias más ignoradas y desconocidas del país. Se acuñó para reivindicar el olvido que las distintas administraciones y gobiernos tenían con la ciudad o al menos así lo sentían los turolenses.

 Yo nunca había estado allí y excepto la imagen del torico, el mudéjar turolense, el jamón y el frío que mi abuelo había pasado allí en la guerra reconozco que poco más sabía. Bueno y también el chiste fácil y típico cuando alguien se refería a los amantes de Teruel.. ya sabéis …aquello de tonta ella y tonto él. Pero después de conocerla puedo afirmar que  si, que Teruel existe y además considero que es una bella ciudad que merece la pena conocer.
 

Habíamos  llegado a la ciudad a última hora de la tarde y después de dar cincuenta mil vueltas por los cuestas, subiendo y bajando de la ciudad, gracias a la inmensa sabiduría que tiene ese individuo que mora  dentro de nuestro navegador. Al fin llegamos al hotel cayendo la noche. Por lo menos acertamos de lleno con el alojamiento, El hotel Isabel de Segura, con parking privado desde el cual se hace accesible el hotel, una habitación bastante bien adaptada y como comprobaríamos al día siguiente muy bien situado para acercarnos al casco histórico despreocupándonos del coche.

Amaneció un día fresco en Teruel, tanto que yo tuve que ponerme el polar. Aunque por momentos de camino  hacia el centro,  sentía un cierto  complejo de extraterrestre pues la gente que se nos cruzaba iba en manga corta o con chaquetilla, claro ¡¡eran del Teruel!...y me imagino que su umbral de frio está a años luz del mío que apenas sopla el viento del norte ya ando encogido y helado como un polo

 

Para llegar al casco histórico hay que atravesar el viaducto, un observatorio ideal  para tomar percepción de que estamos sobre una muela a más de 900 metros de altitud. Para la gente que quiera llegar en coche hasta el centro, mi recomendación es que lo dejen en la plaza de San Juan, ya que casi todo el recinto es peatonal. Esta comunicado por ascensor y a pocos metros de la zona.

 

Teruel es una ciudad muy bonita pero muy complicada para moverse en silla de ruedas, con bastantes calles en pendientes. De hecho completamente accesibles sólo son las calles centrales de la ciudad, y si te mueves un poco corres el riesgo de meterte en zonas adoquinadas.
 
 
La ley de Murphy entre otras cosas dice que la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla y muchas veces se cumple, al menos conmigo, cuando visito una ciudad que no conozco y ante dos calles y la pregunta ¿por dónde tiro?.. No hay margen de error, siempre aparezco en los pedregales. En ese caso metiéndome en una de subida que me llevaba  la judería. Sobran comentarios.
Eso me paso por listo y por andar buscando por donde coño se entraba a la plaza donde estaba el mausoleo de los amantes de Teruel, que todo sea dicho no me importaba excesivamente,  pero a su  lado  y en esa misma plaza estaba la oficina de Turismo, y ahí si me importaba llegar.

La plaza era inaccesible por su entrada habitual, así que Maca se acerco hasta la oficina para que nos informaran de itinerarios accesibles. La chica de turismo muy amable, pero que de accesibilidad sabía lo que yo de física cuántica  le dijo que si me bajaba de la silla el tramo al mausoleo era corto y si no, podía dar un rodeo por no sé que calles pero sin saber la accesibilidad de las mismas. En fin que tiré por donde el navegador de mi coche me hubiera indicado y eso tiene un precio: acabe bamboleándome entre adoquines y cuesta arriba.
 
 
 
Pero la ventaja de caminar sin tener ni puñetera idea de por donde vas es que al final acabas yendo a lugares que a priori por su dificultad o su distancia los descartarías. Nosotros después de llegar a la judería, que por cierto el pavimento ya era bastante guay nos encontramos con una de las puertas de la vieja muralla medieval y para allá que nos fuimos.
Salimos a la ronda de Ambeles en la parte alta. Existen distintos torreones de la antigua muralla que podemos ver moviéndonos por esa ronda, de ellos el de Ambeles  del siglo XIV es el la fortificación más importante que se conserva del viejo trazado. Nuestra “equivocación” nos permitió asimismo asomarnos al balcón natural de la ciudad para contemplar el paisaje y el tajo que rodea la ciudad. Allí también podremos encontrar un ascensor que comunica la ciudad alta con la baja y la estación de autobuses.
 
 
 
A  todo esto yo no había recorrido todavía prácticamente nada de la zona monumental pues la “excursión” a la judería me hizo salir de la ruta más habitual y lógica. Así que vuelta hacia atrás y pendiente abajo nos fuimos al encuentro de la plaza del Torico, llamada así por la figura que corona la columna de la fuente que hay en el centro de la plaza.
Muchos visitantes que llegan a esta plaza se quedan algo decepcionados al ver al famoso “Torico” y suele ser común el comentario de ¡pero si es muy pequeño!, como si esperaran encontrarse poco menos que con un toro de Osborne.

 
Es una hermosa plaza, flanqueada por edificios modernistas y galerías de soportales que se deben agradecer y mucho en los duros inviernos de esa tierra.  Tomamos un café en una de las terracitas  recreándonos con el lugar  y además disfrutando del calorcillo del sol que por fin se había dignado a salir.
 
 
 
De allí nos fuimos a conocer el mudéjar turolense que fue declarado en 1986 por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. El estilo mudéjar tiene su origen en los musulmanes  que permanecieron en sus ciudades o antiguos reinos, después de que estos fueran incorporados por los reinos cristianos en el lento camino hacia al sur que significó la reconquista. Los artesanos musulmanes continuaron haciendo su trabajo e incorporaron sus técnicas constructivas  y elementos decorativos a las nuevas construcciones que realizaban  y así  el mudéjar es una simbiosis del románico y gótico propios de Occidente y de los elementos decorativos más característicos de la arquitectura musulmana.      
 
La Torre del Salvador se encuentra al final de la calle del mismo nombre que además la atraviesa. Es una calle algo complicada por el adoquinado, que aun no siendo muy agresivo, si molesta bastante. Hay que bajar con prudencia porque la calle es estrecha y tiene tráfico fluido de coches. La torre que pertenece a la iglesia del Salvador es del siglo XIV y semeja un minarete almohade. Desde el final de la calle también podemos ver la escalera neomudéjar que facilita el acceso a la parte baja de la ciudad.
 



 
La siguiente torre que visitamos fue la de San Martin que esta al final de la calle de los amantes y como el resto de la torres era puerta de acceso al Teruel medieval. La decoración es de ladrillo resaltado y cerámica vidriada  se extiende a lo largo de los cerca de cuarenta metros que levantan los dos cuerpos de la torre.       
          


 
Y para rematar este acercamiento al arte turolense la catedral de Santa María es la guinda del pastel. De origen románico y con aportaciones góticas la reforma mudéjar encajo perfectamente todo el conjunto. Es muy bonita, de las más hermosas que yo he visto.  No pudimos entrar porque era tarde y estaba cerrado así que no puedo valorar la accesibilidad, pero por la impresión que me lleve de forma general en la ciudad, no es algo que tengan muy presente.
 





 
Pero era la hora de comer y al lado de la plaza del Torico había un restaurante: Rokelin,  donde el jamón de Teruel volaba de los platos. También tenía distintos menús y todo muy rico sin subirse a la parra con los precios. Accesible sólo la entrada.

Teruel es una ciudad pequeña y no da para mucho más. En una mañana o una tarde se visita sin problemas. Para nosotros fue una agradable y bonita sorpresa en el camino. Pero había que seguir la ruta, así que recogimos el coche en el parking del hotel y tiramos, de nuevo, por la autovía mudéjar hacia Valencia, punto final de nuestro viaje  y donde nos quedaríamos una semana.

Moraleja: Pues sí, Teruel existe y además merece la pena visitarlo.

Un saludo

Quili                      

 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

 

martes, 22 de octubre de 2013

Viajando hacia Levante


Sigo con las impresiones y recuerdos del viaje de este pasado verano. Hacerlo es como seguir viajando, pues recordar siempre es iniciar un viaje hacia el interior de nuestra memoria o nuestra alma.

 Con todo colocadito en su sitio dentro coche dejamos Pamplona rumbo hacia Levante,  aunque como  no lo queríamos hacer directamente nos dimos una vuelta por esos mundos de Dios,  ya que hay muchas localidades, montes, valles, ríos y vaguadas entre ambas comunidades. Sitios que por una razón u otra quedan registrados en nuestra mente  y que a veces cuando pasamos cerca o no muy lejos pues aprovechamos para conocerlos.

Salimos a la autopista que une Irún con Cataluña con la intención de desviarnos a la altura de Zaragoza. Si hubiéramos tenido más tiempo,  aún haciendo más kilómetros  la habríamos pillado más arriba,  antes de Logroño para poder pasar, aunque fuera por autopista  por el desfiladero de Pancorbo. Otro lugar que queda en el tintero. Hay tantos lugares que dejamos en el tintero con la voluntad de poder conocerlos algún día, que mi duda está en saber …¡¡¡si habrá suficientes tinteros para albergar tantas cosas pendientes!!!

Nuestro destino final era Teruel y para llegar hasta allí deberíamos meternos en la autovía mudéjar.  Un original nombre el que le han puesto a esa vía que une Zaragoza con Valencia,  todo un reconocimiento a la arquitectura mudéjar de la zona. Ese era el camino más corto pero como comenté  más arriba dimos una pequeña vuelta para conocer un pequeño pueblo de la estepa aragonesa: Belchite.
El campo que se extiende entre Zaragoza y Belchite puede parecer desolador, pues como dije antes es estepario. Extensas llanuras desérticas, salpicadas de cerros con escasa vegetación que dan un conjunto de tonos verdes y ocres a lo largo de kilómetros y  kilómetros. Puede gustarle a uno más o menos ese tipo de paisaje, lo que está claro es que es un matiz más de ese multicolor arcoíris de   espacios naturales que tenemos la suerte de disfrutar en España. Reconozco que el primer pensamiento que vino a mi cabeza fue: “aquí tiene que hacer un frío de cojones cuando sopla el Moncayo en Invierno”
Desde antes de llegar al pueblo ya se atisban las viejas ruinas de Belchite. El pueblo nuevo se levantó a su lado después de la guerra civil por prisioneros republicanos. De hecho en sus proximidades se creó un campo de concentración. Franco prohibió que se tratase de reconstruir el pueblo viejo, quería que sus ruinas se perpetuasen para dar Fe de la “barbarie roja”. Después del conflicto hubo familias que no podían pagarse una casa en el pueblo nuevo y continuaron viviendo en el viejo hasta que en 1964 lo abandonaron sus últimos moradores.

 

Antes de ir pueblo viejo nos dimos una vuelta (y aprovechamos para comer ) por el actual Belchite y hubo algo que me hizo alucinar un montón: Un escudo de Falange, no en pequeñito..no, a lo bestia y sobre una fachada muy visible en una de sus principales calles. Desde mis años de infancia no veía uno así.

 
 Antes de la guerra  este  era un pueblo muy prospero, con un hospital,  bellas iglesias mudéjares, varios conventos y hasta un seminario. Pero la sinrazón humana lo devasto.
 
 
 En este lugar y a lo largo de 15 días se desarrolló una de las principales batallas de la Guerra Civil española.  La toma de Belchite era fundamental para las tropas repúblicas dentro de su ofensiva contra Zaragoza.  Los combates fueron durísimos en aquellos calurosos días de Agosto y septiembre de 1937. El constante cañoneo que sufrió,  combinado con bombardeos aéreos destruyó la mayor parte del pueblo.
 
 

 

La resistencia, combatiendo casa a casa, de las tropas nacionales junto a  vecinos del pueblo fue muy fuerte convirtiendo el asalto final en una sangría. La población civil sufrió mucho en Belchite, fueron más de 6000 los civiles y militares que perdieron su vida entre sus edificios y calles.

 

Belchite es un ejemplo de la barbarie humana. Estamos acostumbrados a ver por la tele ciudades devastadas por la guerra como pueden ser Sarajevo o cualquiera de las ciudades sirias machacadas estos últimos meses por la mala bestia de Al Asad. Pero ver todos esos edificios arrasados, todas esas calles por las que antaño fluía la vida y las risas de los niños, invita a la reflexión.  Cuando alguien, desde un destacamento militar  fríamente señaló con su dedo sobre un mapa este pueblo como objetivo militar, lo condenó a su sufrimiento, destrucción y  muerte.
 
 

Este mismo año se cercó todo su perímetro para evitar posibles accidentes por desprendimientos en sus derruidos edificios y sólo se dejó  un acceso por una antigua puerta que fue rehabilitada.  Eso impidió que yo pudiera moverme por alguna de sus calles pues el adoquinado medieval, encima en ligera pendiente, por el que es necesario pasar  para franquear la puerta era completamente insalvable para mi silla de ruedas eléctrica. Yo creo que en silla manual “en dos ruedas” y con ayuda si los podría salvar, pero con la mía..ni de coña. A Maca le permitieron entrar a tomar unas fotos. También prohibieron las visitas libres. Ahora sólo pueden ser visitas guiadas y en unos determinados horarios.
 
 
 
Pero nos ofrecieron la posibilidad de recorrer  un itinerario alternativo que bordea el recinto, pero debía ser en coche pues aquello está muy mal para moverse con una silla. Así lo hicimos, entre ruinas y lentamente,  pues repito que incluso en coche hay que moverse con mucha precaución. Nos podíamos parar  en  algunos sitios donde la zona se ensancha y podía bajar  yo del coche. 
 

Ese itinerario nos hizo darnos cuenta de las verdaderas dimensiones del viejo pueblo. Mires donde mires sólo ves ruinas de casas que antaño albergaban familias humildes, pero también de edificios de cierta importancia.   Impactos de metralla y de balas de todos los calibres, como si fuera algo inherente al desolado paisaje, son la triste decoración de aquellas construcciones que a duras penas se agarran a la tierra que contempló  la ilusión y el esfuerzo de sus moradores al levantarlas,  resistiéndose a convertirse definitivamente en polvo y olvido. 

 

Las bellas geometrías del mudéjar de sus iglesias se alternan con la huella del cañoneo, como si un ejército de termitas las hubiera carcomido. Excepto algún vecino que nos cruzamos, estábamos solos, el silencio apenas roto por alguna voz proveniente del pueblo nuevo y por el viento que en esa zona sopla con fuerza, era el único compañero de nuestra visita. Contemplar el pueblo fantasma de Belchite  invita a la reflexión y a compartir aquella desolada frase de un conocido y ya retirado político español: ¡Malditas sean las guerras y todos los que las provocan!.
 
 
El pueblo viejo de Belchite también es muy conocido por su fama de episodios “paranormales”.  Muchos investigadores han pasado noches entre sus ruinas intentando recoger “psicofonías” o testimonios “del otro lado”. El último fue Iker Jiménez  que le dedicó dos programas  (que están en la web de mediaset). Yo no entro ni salgo en este tema. He escuchado alguna de las grabaciones y dan algo de yuyo. La que más me ha impresionado ha sido la del recoge el ruido del paso de los aviones. Lo que tengo muy claro es que no me meto allí una noche a menos que me acompañe un destacamento de la Legión (con carnero incluido). Aquí os dejo un video de los muchos que hay en You Tube.
 
A apenas 5 kilómetros de Belchite y en la dirección que nosotros seguíamos nos encontramos con otro pueblo cuyo nombre nos transmite sensaciones radicalmente distintas. Fuentedetodos, El pueblo natal de Goya. Es un lugar que se ha volcado con el arte, todo en el gira sobre el pintor teniendo como principal referente la casa donde nació.
 Hay galerías de arte y talleres de grabado. Pero….prácticamente todo es inaccesible. El mismo pueblo por sus calles en pendiente es complicado para moverse en silla, pero merece la pena pasarse por allí y recorrer los rincones donde correteo de niño uno de los españoles más universales, Francisco de Goya y Lucientes que por abrazar la bandera de la razón, de la ilustración acabó sus días en Burdeos, exiliado mientras en España reinaba el mal bicho de Fernando VII.

 
Vueltos de nuevo a la carretera nos fuimos a buscar la autovía mudéjar, pero para llegar a ella tuvimos que cruzar los extensos campos de  las vides que manan el vino de Cariñena, una de la denominaciones de origen más importantes que tenemos. Como era Septiembre había cierta actividad que anticipaba la inmediata vendimia. Lo peor los 50 kilómetros hasta el cruce de la autovía por una estrecha y abombada carretera que hizo que fuéramos botando todo el santo trayecto.
 
Y nos pusimos dirección a Teruel, ya cayendo la tarde y  todavía con 200 kilómetros por recorrer..
Un saludo
Quili
 
 

 

 
 
 

martes, 15 de octubre de 2013

Jornada de Patrimonio y turismo accesible


Hoy no toca ( uyyy..que mal suena eso…. últimamente es una expresión que utiliza toda esta variopinta y golfa  fauna política que nos ha tocado en suerte cuando tienen que desviar preguntas incomodas)….mejor entonces decir, hoy no continuo con el relato de mi viaje…lo dejaré para los siguientes post. 

Aunque realmente no voy a dejar de hablar de viajes, de visitas a monumentos, de lugares por descubrir……pero más bien os  dejare unas pinceladas sobre  las posibilidades de poder hacerlo, de hacer lo que normalmente hace cualquier persona cuando pilla unos días libres y decide un destino hacia el cual viajar.

Cuando actualmente todo es tan fácil, cuando desde mi ordenador y golpes de ratón podría planificar  viajar hasta el fin del mundo e..(Importante)..regresar, os aseguro que ¾ partes del tiempo que dedicase a esa planificación se encaminarían a descartar lugares que me encantaría visitar y no va a poder ser posible. Parte de ese tiempo seguro que también lo dedicaría a buscar una buena oferta de hoteles donde alojarme, después de haber hecho una gran criba general para quedarme con  aquellos en los cuales puedo entrar y por los que me puedo mover sin dificultad.

 
Yo que ya tengo muchos años sobre ruedas a cuestas, recuerdo perfectamente cuando para poder entrar en la gran mayoría de  hoteles   me deslizaba (o precipitaba) por rampas caseras de madera o metal  jugándome mi integridad física, o donde te acababan subiendo a pulso mientras acojonado cerraba los ojos pensado.. ¡¡que sea lo que de arriba tenga a bien disponer!!. Entonces después de haber vivido todo eso, podría muy bien pensar..¡¡Pues oye, no estamos tan mal como estamos en la actualidad!!.
Pero no es ese ni  pensamiento por múltiples razones, la principal: No soy conformista, son muchas  las horas de mi vida  invertidas durante muchos años buscando la “normalidad” como vía principal para la integración y desarrollo de las personas discapacitadas en la sociedad.
Cuando se fueron encarrilando y solucionando los principales problemas de accesibilidad general que teníamos  llego la hora de encarar el tema del turismo accesible. Muchas personas en muchas ciudades fuimos trabajando por lograr ciudades para todos, en compartir experiencias y en tratar de demostrarles a los poderes públicos y a los privados,  de que además de materializar   derechos sociales, fomentar ese tipo de turismo podía ser rentable.
Y poco a poco las ciudades fueron respondiendo a la demanda, los hoteles se  empezaron a acondicionar (la legislación fue determinante), museos y monumentos….mucho más los primeros que los segundos derribaron sus barreras y abrieron sus puertas a todo el mundo. 
 
 
Eso no quiere decir que esto se haya convertido en un vergel, por supuesto que no pues hay muchísimas lagunas y muchos retos pendientes. Pero es verdad que se ha evolucionado mucho y la oferta de turismo accesible es cada día más amplia y fiable (que esa es otra ya que una cosa es lo que te contaban y otra bien distinta  lo que te encontrabas.)
Pero el tema más complejo y que avanza a pasos de tortuga es el del patrimonio accesible. Yo tengo meridianamente claro que querer es poder y que siempre (o casi)  se puede buscar o habilitar una solución para hacer un monumento accesible.
Siempre se debe actuar  con el máximo respeto, con exquisito cuidado de intentar causar el mínimo daño posible, pero también siempre se deberían proyectar soluciones con la firme voluntad de materializarlas pues no son pocos los proyectos que quedan como meros “ brindis al sol”
Y si no ahí está el ejemplo de Atenas. Nunca pensé yo que la Acrópolis, un autentico nido de Águilas, llegaría a ser accesible. Y sin embargo  ingenieros y arqueólogos se estrujaron la cabeza y  después de un minucioso estudio colocaron un ascensor  que desde la puerta de Propileos te  sube al corazón de los templos, y una vez allí arriba,  diseñaron un recorrido para que  las sillas de ruedas se desplazaran alrededor del Partenón y del Erecteión
Yo lo tengo clarísimo, ahora bien los técnicos de patrimonio de cualquier administración en este país siguen dudando  una y otra vez.  Algunos hay de mentalidad ultramontana que niegan el pan y la sal al que venga a alterar sus venerables piedras. Otros  siguen pensando  que al habilitar una rampa o una plataforma elevadora se rompe la fisionomía del conjunto por no hablar de lo que se puede alterar la “esencia” del pasado. Y alguno queda, y no lo tengo muy lejos de mi casa, que de tantos años trabajando por la conservación del mismo monumento ya lo llega a asociar como una prolongación del jardín de su casa, como su particular e intocable Taifa.
Como digo,  todavía hay algunos que tienen una mentalidad numantina sobre esto.  Pero obviamente no generalizo, no   me estoy refiriendo a todo el gremio que quede claro,  que se que muchos están trabajando para que conservación y accesibilidad sean perfectamente conjugables y lo hacen además muy bien .  Lo que pasa es que llevo tanto tiempo lidiando con ciertos ejemplares que a veces la mala leche me puede y hace que me cueste separar el trigo de la paja.
 
 
Ocurre  que cada día estoy más hasta los huevos de ver mi ilusión esparcida por múltiples rincones de esta España nuestra, desde los palacios de la Alhambra hasta fortalezas castellanas, de  seguir quedándome con cara de póker  a las puertas de muchos lugares emblemáticos. La paciencia va con la edad y la experiencia…debería tener más y sin embargo cada año tengo menos con estas situaciones y con las personas que pudiéndolo solucionar siguen sin hacer nada al respecto.
 
 Es verdad que luego está la cuestión económica que con los tiempos que corren hay tenerla muy en cuenta y no penséis que soy tan obtuso que no lo pienso al reflexionar sobre todo esto, por supuesto que sí. Pero sé que  muchas veces no es cuestión de pasta  o la inversión no es tan gravosa,  si no de voluntad…de verdaderamente pensar en plural.
 
Resumiendo y centrándome en el motivo de este post, porque sobre estos temas yo me enrollo, me encabrono  y me despeño por los cerros de Úbeda.  El próximo día 8 de Noviembre desarrollaremos una jornada sobre patrimonio y turismo accesible en el Museo Provincial de Lugo (buenos amigos y gente muy concienciada la del museo), donde plantearan sus ponencias personas que tienen experiencia y trabajan  en este campo, donde pondremos sobre la mesa todo lo logrado y todo lo que queda por hacer. Intentáremos que tengan la mayor difusión posible para que lleguen a  los oídos (hasta que les piten un ratillo), de todos aquellos políticos, técnicos o empresarios que son los que nos guste o no siguen teniendo la sartén por el mando. Invitados quedáis
 
 Un saludo de nuevo entre la lluvia
 
Quili
 
 
 
 
 

martes, 8 de octubre de 2013

Apuntes de un viaje III. Entre brujas, señoríos y quebradas


Sigo con el relato de nuestro viaje y aun no siendo mi intención que se asemeje a una narración por entregas, no queda otra que hacerlo así, puesto que aunque parezca que hay horas suficientes al cabo del día para ponerse a ello siempre surgen cosas que también hay que atender.  Por otro lado, escribir  sin urgencia aporta un buen ensamblaje de los recuerdos y un saludable ejercicio mental,  ya que si todos sabemos que la memoria es “efímera”, los que me conocéis ya sabéis que la mía es un autentico desastre.
 
 

Continuamos conociendo Navarra jugueteando con la climatología. Tuvimos suerte con  las tormentas que ese día habían decidido quedarse  por el sur mientras nosotros subíamos hacia el norte, de nuevo a escasos kilómetros de Francia.
Queríamos  conocer  Zugarramurdi, “el pueblo de las brujas”  y hasta  allí nos fuimos  haciéndole caso al navegador que nos la volvió a liar  llevándonos por carreteras que en algunos  tramos se tornaban de nuevo en sinuosas y estrechas calzadas,  donde muy generosamente cogía sólo un coche.

 
 
La ventaja de la equivocación  fue como bien señaló Maca ver paisajes increíbles con caseríos perdidos entre los valles  que yendo por la carretera “buena” no los habríamos podido ver. Pero de todas formas mi rebote con el tomtom, por diversas jugadas que nos preparó  en varias ocasiones,  duró casi hasta el final del viaje convirtiéndose la frase: “Voy a tirar el puto navegador por la ventana”  en habitual y casi diaria.
Estábamos en Zugarramurdi, el día era oscuro  y brumoso como las leyendas del pueblo. Hasta aquí llegó en 1609 la Inquisición,  que me imagino que en ese momento sería de difícil acceso y con pocos habitantes . A sus oídos habían llegado denuncias que hablaban de brujería y tratos con el diablo en los prados y cuevas cercanas por parte de algunos vecinos del lugar. Rápidamente se realizaron detenciones, ya que de sobra es sabida la “facilidad” con que los miembros del Santo Oficio obtenían las declaraciones inculpatorias aunque estas fueran auténticos disparates.
 
 

 
 

Al final 11 personas fueron quemadas en Logroño. Pero no acabo ahí la cosa,  el histerismo se desató y se convirtió en psicosis colectiva extendiéndose por todos los valles y pueblos cercanos y  la fiebre “brujeril” duró hasta 1614, donde al final hubo un edicto de perdón para las más 5000 inculpaciones (por terceras personas)  que  todavía existían,  lo que le dio el carpetazo final al más importante proceso de la historia de Inquisición española contra la brujería.  En mi tierra dicen que “ las meigas no existen,  pero haberlas hailas”, pero por aquí la gente de aquella época debía creer  ver brujas y demonios hasta en los pliegues de la camisa del vecino.
 
 
 
Es una bello pueblo entre montes, verdes prados, riachuelos llenos de encanto y frondosos bosques de hayas, robles, castaños y pinos  que invita a pasear por sus calles, contemplando la cuidada arquitectura tradicional de sus casas, aunque hay algunas calles de fuerte pendiente.
Existe un museo dedicado a las brujas del pueblo que tiene un pequeño escaloncito a la entrada, pero se puede salvar sin problemas. Una vez dentro hay ascensor y baño adaptado. Lo que ya no es viable a menos que tengas un montón de apoyo es llegar a la cueva.
 
 


La entrada natural tiene varios tramos con mogollón de escaleras, así que por ahí “na de na”. Pero ellos te hablan de un posible recorrido alternativo  a través de un camino que sale desde detrás de escuela y atravesando prados llega a un lateral de la cueva. Te comentan que a algunos les ha servido, mi consejo es que no os metáis por ahí a menos que vayáis acompañados de varias personas.
 Lo que yo no entiendo es que un pueblo que vive absolutamente del turismo no se hayan molestado es  pavimentar, ya que existe la posibilidad y además no precisa de una solución compleja sólo de unos camiones de hormigón,  ese itinerario hasta la cueva para las personas con movilidad reducida. Bueno la verdad es que últimamente no entiendo muchas de las cosas que vienen de los que velan por nuestro patrimonio o nuestro pasado.
 

 O sea que me quede a la puerta de la cueva mientras Maca la visitaba y hacía algunas fotos. Aparte de leyendas de brujas y contrabandistas el lugar es espectacular.  Una cavidad kárstica cruzada por una corriente de agua  llamada “regata del infierno”. Esperemos que algún día  a alguien se le encienda la bombilla y nos dé la posibilidad de poder visitarlas.
 
 
 
De vuelta a Pamplona yo quería parar en Elizondo para tomar un café y darme una vuelta por la localidad. Es un pueblo importante, capital de Valle del Batzan cruzado por el río del mismo nombre y rodeado de frondosos bosques. Sus palacios y casas nobles nos hablan de un pasado señorial. Pero yo tenía además otro motivo para conocer el lugar.
 
 
Hay veces que un buen libro nos atrapa desde la primera hoja porque  la descripción de los lugares donde se desarrolla la historia están magistralmente plasmados, de tal manera que lo estás leyendo y mentalmente estás visualizando de forma nítida, el río, el caserío o la niebla que los cubre a ambos.  Y eso me pasó a mi leyendo “El guardián dormido” de Dolores Redondo. Donde una inspectora  de la policía foral vasca, formada con el FBI, regresa a su localidad natal (Elizondo) en busca de un asesino en serie.  Además en la novela juegan un importante papel las leyendas y mitología de la zona. En síntesis, yo no soy de mucha novela negra, pero si las que leo son como esta ….¡¡.pues que vayan cayendo!!..
 
 
 
Por eso después de haber visualizado entre sus páginas todos esos parajes me dieron ganas de querer conocerlo. La ocasión se dio en este viaje y me asome al Batzan con una mirada marcadamente subjetiva….aunque el adoquín de sus calles espabilo mis cábalas y ensoñaciones  y me hizo algo agridulce la visita. Es complicado moverse pero bueno, de nuevo con un poco de paciencia y  algo de “meneíto” , visitarlo merece la pena.
 
 
 
 
 
El último día lo dedicamos de nuevo a movernos entre los pueblos pirenaicos. En todos ellos nos llamo poderosamente la atención lo cuidados que están, la uniformidad de sus casas y caseríos.  Parece obvio que en Navarra se ha llevado a cabo una política intervencionista a la hora de conservar la arquitectura tradicional, cosa que me parece muy bien y que me imagino que también estará acompañada de subvenciones para poder desarrollarla. Navarra es una de las comunidades más ricas de España, te das cuenta en un sinfín de detalles.
Rodábamos por el valle de Salazar, al Noreste, buscando el pueblo de Ochagavía que rodeado de altas cumbres y extensos bosques de hayas y pinos silvestres tiene fama de ser uno de los más bonitos de Navarra.
 
Desde luego la fama la tenía merecida, pero apenas pude atisbar el pueblo ya que como casi todos los pueblos pirenaicos hay un adoquinado bestial. Son pueblos idílicos pero para poder disfrutar de ellos, le tendríamos que acoplar a la silla unas ruedas 4X4. Dicho queda para futuros excursionistas  en Silla..¡¡La cosa por esos montes esta chunga!!
 
 
Y sin embargo en lugares que a priori nos daba la impresión de que estarían vetados para nosotros nos llevábamos agradables sorpresas, la mayor de ellas en Lumbier. Pueblo situado  más hacia el sur que anuncia la subida a los puertos pirenaicos. Al lado del pueblo hay una estrecha garganta, la Foz de Lumbier,  labrada por el río Iriati que da lugar a un paisaje agreste, salvaje, naturaleza en estado puro.
 
Existe un itinerario de varios kilómetros a través de la garganta de los cuales sólo es  plenamente accesible el primero  pero os garantizo que es suficiente para sentir la fuerza del entorno, mientras se escucha el rumor del río correteando, encajado  entre las altas paredes rocosas  y al alzar la vista al cielo ver a  buitres leonados sobrevolando nuestras cabezas.
 
 

 
 
 
Es un antiguo trayecto del ferrocarril, por donde transitó el primer tren eléctrico que hubo en España, ahora reconvertido en vía  verde. El trayecto accesible según las indicaciones finaliza después de cruzar el segundo de los dos túneles que hay. Pero no es exactamente  así porque la pavimentación de ese último túnel es de piedras toscas y guijarros en los que se te clavan las ruedas de la silla según entras.
Al entrar en el primer túnel, que es largo y más oscuro que el corazón del malo más malo de Hollywood Maca iba con algo de recelo, yo como una Moto..pues a mí me encanta meterme en verbenas así y  estaba flipando al pasar por esa  cavidad  escavada a golpes de pico a principios del siglo pasado. Resumiendo, nos gusto muchísimo y es uno de esos lugares que espero volver.
 
 
Cómo dije antes las sorpresas saltan donde menos te lo esperas. Después de visitar la Foz, eran casi las 3 de la tarde y  nosotros con un hambre del copón así que nos fuimos al pueblo a ver si encontrábamos algún sitio donde poder comer y resulta que casi todo estaba cerrado porque acababan de terminarse las fiestas…pero justo el único bar- taberna que estaba abierto era el  accesible,  con rampita a su entrada y al comedor y nos dieron de lo poco que les había quedado de las fiestas….pero todo muy bueno. “La Tieta” se llama, al lado de la Plaza Mayor, por si os coincide pasar por allí. Curioso y bonito pueblo Lumbier.
Y ya de regreso al Hotel porque había que hacer maletas (un monumento había que ponerle a Maca por las palizas que se dio. No es que yo vaya de Marqués por la vida pero está claro que el peso del viaje lo llevó ella).
Al día siguiente rodábamos hacía Levante
Quili