domingo, 3 de marzo de 2013

Mañana de domingo


¡¡Por fin!!...sin excesivos alardes, brillando tímidamente el sol y con una agradable temperatura se presentó esta bonita  mañana de domingo. Los  tres últimos días cesaron las lluvias y el sol nos volvió a visitar aunque seguía haciendo mucho frío con   lo cual el salir a la calle todavía  no permitía largos paseos, al menos a mí. 
 Pero hoy  me desquité y troté durante horas como no lo había hecho en  estos últimos meses por esa zona de la ciudad, camino del campus,  donde el gris del cemento de los edificios y calles  va dando paso al verde del campo. Cuando empiezan a venir estos días preprimavereales que anticipan el cambio de estación reconozco que ya me pongo como una moto...pero moto, moto… como una Harley bien cañera



Hay gente que lleva el frío muy bien y otros muy mal, ese es mi caso. Yo soy de sol y calor,  de temperaturas por encima de los 25 grados con  una luz solar bien potente,  de esas que te borran el recuerdo de los días grises del invierno y hasta las penas del alma, que recarga mis pilas,  me llena de vida y me hace sentir tremendamente libre.  Y digo bien lo de libre, primero y obviamente porque tiempo atmosférico  marca mucho todas nuestras actividades y los planes de hacer una cosa y tener que hacer otra,  ya se sabe ¡el hombre propone y Mario Picazo te lo jode!.
Pero hay otro factor que me agobia muchísimo: El estar sepultado bajo quintales de ropa.  No es raro pararme con alguna persona por la calle y que me haga ese típico comentario de .."hace frio pero moviéndose...se va llevando”.  En esos gélidos días de invierno por mucha candela que le meta a mi silla y corra como alma que lleva el diablo por las calles de Lugo no voy a entrar en calor. La que se mueve es mi silla, yo soy la humilde figura polar que la cabalga. Para haceros una idea es como si pillaríais una silla de la cocina y bajaseis a la calle y echarais un par de horas, ahí pachorrones..¡con un par..! sin moveros, con temperaturas rozando los cero grados y/o cayéndonos agua encima.

 Entonces está claro que si se quiere salir a la calle, como diría el Alatriste de Pérez Reverte, “no queda sino batirse” y enfundarse  con múltiples forros dejando sólo libre  el espacio suficiente para mantener la visión,  que hay días parezco un cruce entre un cosaco ribereño del Don y un  Navy Seal yanqui.
Una vez en la calle esa ropa se agradece y mucho, pero antes hay que ponérsela en casa donde la calefacción tira de lo lindo y es cuando al añadir capa sobre capa...va agobiando el calor de manera tan intensa  que una vez preparado salgo disparado por la puerta confiando en que el ascensor no tarde (y con las prisas no comérme la puerta al entrar)  para aterrizar en la  calle y respirar una buena bocanada de aire fresco. Y el regreso pues al revés...otro sofocón.
En definitiva un puto coñazo, que aquí en esta tierra tan hermosa se alarga durante  mucho tiempo...pero es lo que hay. Eso o irme a vivir a una ciudad del Mediterráneo, cosa que por otro lado no descartaría en el futuro porque cada año que pasa lo llevo peor.
Mañana o pasado volverán las lluvias e  intermitentemente irán y vendrán días de frío, pero menos cada semana que avancemos en el calendario y así poquito a poco las capas de ropas serán más livianas, el agobio menor y el entrar y salir de casa mucho más frecuente...Es sencillamente que la primavera empieza a llamar a nuestras puertas y desde luego la de mi casa la va encontrar abierta de par en par
Quili

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