lunes, 3 de diciembre de 2012

Día Internacional de la Discapacidad

Copeo este artículo que el diario “El Progreso” me publica hoy, Día Internacional de la Discapacidad

s.o.s
Hables con quien hables todas las historias se parecen y todas transmiten  la misma indignación  pero sobre todo  preocupación, miedo e incertidumbre ante los tiempos que vivimos y los que están por venir. El colectivo de personas discapacitadas es uno de los más vulnerables de la sociedad, muchas de ellas parcial o totalmente dependientes y con pocos recursos económicos,  que  piensan que esto cada vez está peor y que si no cambia no saben cómo van  a poder  cuadrar sus cuentas  para que puedan seguir viniéndolos a levantar cada mañana. Que asisten, viven o se  educan  en centros e instituciones  que han visto  reducidos  sus ingresos por subvenciones de forma alarmante haciendo inevitable que más pronto que tarde tengan que reducir o incluso  dejar de prestar sus servicios.
Por otro lado contemplamos  una aplicación de la ley de dependencia cada día más inmoral, donde los equipos de valoración manejan criterios  tan surrealistas que casi hay que llevar un ojo colgando de la mano para que te digan que tienes una ligera dificultad visual. Establecen el grado de dependencia no mirando la verdadera necesidad de la persona, si no los mínimos costes que esta pueda acarrearle al sistema. Yo miro mi grado de dependencia  y me digo: ¡Tu no eres tetrapléjico chaval!, esta buena gente  que  sabe más que tu,  te dice que estas  hecho un campeón, casi  que me dan ganas de dejar mi silla y  pillar una bicicleta. Mientras,   los recursos de la dependencia menguan y menguan. Cada día se conceden menos horas en prestaciones y la figura del asistente personal que tanto se necesita y  por la que tanto se lucho va camino de desaparecer, de convertirse en una leyenda urbana.
Por no hablar del trabajo, si en los buenos tiempos era complicado el acceso al mercado laboral, actualmente se ha convertido en una quimera donde los elegidos son realmente escasos.  Los recortes merman  la economía de todo el mundo pero la nuestra mucho más. Nosotros nos dejamos un pastizal en cuidadores, en gastos de farmacia, en transporte, en adaptaciones y gastos ortoprotésicos  etc…etc..¡son muchos los etcéteras!. .Poner un pie (en mi caso, una rueda) en la calle nos cuesta pasta.
La falta de dinero se traduce también en las mejoras de la accesibilidad. Se han estacando muchos proyectos pendientes  que tardarán mucho tiempo en poder  ser retomados. Mientras,  contemplamos impotentes cómo se nos impone a tornillo una rampa en la tineria para subir a la muralla (pagada con ese dinero público que tanto se necesita),  que ni un solo usuario de silla de ruedas podrá utilizar puesto que nadie se va a jugar su integridad física, arriesgándose a bajar rodando sin silla hasta Porta Miña. Un  despilfarro  económico perpetrado por incompetentes y con el beneplácito de una conselleria de cultura que no ha estado a la altura de los compromisos adquiridos. Nos  han sustraído un verdadero acceso y por mucho que el parlamento autonómico finalmente nos haya dado la razón, estando inmersos en  esta puñetera crisis, el sol ya nos ha pasado por la puerta.
En años anteriores, en este día cuando escribía este artículo siempre me despedía confiado en que seguíamos el camino correcto,  pensando que el futuro era esperanzador pero este año sinceramente no sé como ser optimista ante lo que veo y leo cada día. Lo que sí que tengo claro es que como no apunten con la tijera para otro lado y cambien el rumbo de los recortes sociales, muchos discapacitados y sus familias lo van a pasar muy mal ante lo que se nos viene encima.
Un saludo
Quili 

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