Sigo con el relato de nuestro viaje y aun no siendo mi
intención que se asemeje a una narración por entregas, no queda otra que
hacerlo así, puesto que aunque parezca que hay horas suficientes al cabo del
día para ponerse a ello siempre surgen cosas que también hay que atender. Por otro lado, escribir sin urgencia aporta un buen ensamblaje de los
recuerdos y un saludable ejercicio mental,
ya que si todos sabemos que la memoria es “efímera”, los que me conocéis
ya sabéis que la mía es un autentico desastre.
Continuamos conociendo Navarra jugueteando con la
climatología. Tuvimos suerte con las
tormentas que ese día habían decidido quedarse por el sur mientras nosotros subíamos hacia el
norte, de nuevo a escasos kilómetros de Francia.
Queríamos
conocer Zugarramurdi, “el pueblo
de las brujas” y hasta allí nos fuimos haciéndole caso al navegador que nos la
volvió a liar llevándonos por carreteras
que en algunos tramos se tornaban de
nuevo en sinuosas y estrechas calzadas, donde muy generosamente cogía sólo un coche.
La ventaja de la equivocación fue como bien señaló Maca ver paisajes
increíbles con caseríos perdidos entre los valles que yendo por la carretera “buena” no los
habríamos podido ver. Pero de todas formas mi rebote con el tomtom, por
diversas jugadas que nos preparó en
varias ocasiones, duró casi hasta el
final del viaje convirtiéndose la frase: “Voy a tirar el puto navegador por la
ventana” en habitual y casi diaria.
Estábamos en Zugarramurdi, el día era oscuro y brumoso como las leyendas del pueblo. Hasta
aquí llegó en 1609 la Inquisición, que
me imagino que en ese momento sería de difícil acceso y con pocos habitantes .
A sus oídos habían llegado denuncias que hablaban de brujería y tratos con el
diablo en los prados y cuevas cercanas por parte de algunos vecinos del lugar. Rápidamente
se realizaron detenciones, ya que de sobra es sabida la “facilidad” con que los
miembros del Santo Oficio obtenían las declaraciones inculpatorias aunque estas
fueran auténticos disparates.
Al final 11 personas fueron quemadas en Logroño. Pero no
acabo ahí la cosa, el histerismo se
desató y se convirtió en psicosis colectiva extendiéndose por todos los valles
y pueblos cercanos y la fiebre
“brujeril” duró hasta 1614, donde al final hubo un edicto de perdón para las
más 5000 inculpaciones (por terceras personas)
que todavía existían, lo que le dio el carpetazo final al más
importante proceso de la historia de Inquisición española contra la brujería. En mi tierra dicen que “ las meigas no
existen, pero haberlas hailas”, pero por
aquí la gente de aquella época debía creer
ver brujas y demonios hasta en los pliegues de la camisa del vecino.
Es una bello pueblo entre montes, verdes prados, riachuelos
llenos de encanto y frondosos bosques de hayas, robles, castaños y pinos que invita a
pasear por sus calles, contemplando la cuidada arquitectura tradicional de sus
casas, aunque hay algunas calles de fuerte pendiente.
Existe un museo dedicado a
las brujas del pueblo que tiene un pequeño escaloncito a la entrada, pero se
puede salvar sin problemas. Una vez dentro hay ascensor y baño adaptado. Lo que
ya no es viable a menos que tengas un montón de apoyo es llegar a la cueva.
La entrada natural tiene varios tramos con mogollón
de escaleras, así que por ahí “na de na”. Pero ellos te hablan de un posible
recorrido alternativo a través de un
camino que sale desde detrás de escuela y atravesando prados llega a un lateral
de la cueva. Te comentan que a algunos les ha servido, mi consejo es que no os
metáis por ahí a menos que vayáis acompañados de varias personas.
Lo que yo no entiendo es que un pueblo que
vive absolutamente del turismo no se hayan molestado es pavimentar, ya que existe la posibilidad y
además no precisa de una solución compleja sólo de unos camiones de hormigón, ese itinerario hasta la cueva para las
personas con movilidad reducida. Bueno la verdad es que últimamente no entiendo
muchas de las cosas que vienen de los que velan por nuestro patrimonio o
nuestro pasado.
O sea que me quede a la puerta de la cueva
mientras Maca la visitaba y hacía algunas fotos. Aparte de leyendas de brujas y
contrabandistas el lugar es espectacular.
Una cavidad kárstica cruzada por una corriente de agua llamada “regata del infierno”. Esperemos que
algún día a alguien se le encienda la bombilla
y nos dé la posibilidad de poder visitarlas.
De vuelta a Pamplona yo
quería parar en Elizondo para tomar un café y darme una vuelta por la
localidad. Es un pueblo importante, capital de Valle del Batzan cruzado por el
río del mismo nombre y rodeado de frondosos bosques. Sus palacios y casas
nobles nos hablan de un pasado señorial. Pero yo tenía además otro motivo para
conocer el lugar.
Por eso después de haber
visualizado entre sus páginas todos esos parajes me dieron ganas de querer
conocerlo. La ocasión se dio en este viaje y me asome al Batzan con una mirada
marcadamente subjetiva….aunque el adoquín de sus calles espabilo mis cábalas y
ensoñaciones y me hizo algo agridulce la
visita. Es complicado moverse pero bueno, de nuevo con un poco de paciencia y algo de “meneíto” , visitarlo merece la pena.
El último día lo dedicamos
de nuevo a movernos entre los pueblos pirenaicos. En todos ellos nos llamo
poderosamente la atención lo cuidados que están, la uniformidad de sus casas y
caseríos. Parece obvio que en Navarra se
ha llevado a cabo una política intervencionista a la hora de conservar la
arquitectura tradicional, cosa que me parece muy bien y que me imagino que
también estará acompañada de subvenciones para poder desarrollarla. Navarra es
una de las comunidades más ricas de España, te das cuenta en un sinfín de
detalles.
Rodábamos por el valle de Salazar, al Noreste,
buscando el pueblo de Ochagavía que rodeado de altas cumbres y extensos bosques
de hayas y pinos silvestres tiene fama de ser uno de los más bonitos de Navarra.
Desde luego la fama la tenía
merecida, pero apenas pude atisbar el pueblo ya que como casi todos los pueblos
pirenaicos hay un adoquinado bestial. Son pueblos idílicos pero para poder
disfrutar de ellos, le tendríamos que acoplar a la silla unas ruedas 4X4. Dicho
queda para futuros excursionistas en
Silla..¡¡La cosa por esos montes esta chunga!!
Y sin embargo en lugares que
a priori nos daba la impresión de que estarían vetados para nosotros nos
llevábamos agradables sorpresas, la mayor de ellas en Lumbier. Pueblo
situado más hacia el sur que anuncia la
subida a los puertos pirenaicos. Al lado del pueblo hay una estrecha garganta,
la Foz de Lumbier, labrada por el río
Iriati que da lugar a un paisaje agreste, salvaje, naturaleza en estado puro.
Existe un itinerario de varios kilómetros a través
de la garganta de los cuales sólo es plenamente
accesible el primero pero os garantizo
que es suficiente para sentir la fuerza del entorno, mientras se escucha el
rumor del río correteando, encajado entre
las altas paredes rocosas y al alzar la
vista al cielo ver a buitres leonados
sobrevolando nuestras cabezas.
Es un antiguo trayecto del
ferrocarril, por donde transitó el primer tren eléctrico que hubo en España,
ahora reconvertido en vía verde. El
trayecto accesible según las indicaciones finaliza después de cruzar el segundo
de los dos túneles que hay. Pero no es exactamente así porque la pavimentación de ese último
túnel es de piedras toscas y guijarros en los que se te clavan las ruedas de la
silla según entras.
Al entrar en el primer
túnel, que es largo y más oscuro que el corazón del malo más malo de Hollywood
Maca iba con algo de recelo, yo como una Moto..pues a mí me encanta meterme en
verbenas así y estaba flipando al pasar
por esa cavidad escavada a golpes de pico a principios del
siglo pasado. Resumiendo, nos gusto muchísimo y es uno de esos lugares que
espero volver.
Cómo dije antes las
sorpresas saltan donde menos te lo esperas. Después de visitar la Foz, eran
casi las 3 de la tarde y nosotros con un
hambre del copón así que nos fuimos al pueblo a ver si encontrábamos algún
sitio donde poder comer y resulta que casi todo estaba cerrado porque acababan
de terminarse las fiestas…pero justo el único bar- taberna que estaba abierto
era el accesible, con rampita a su entrada y al comedor y nos dieron de lo poco que
les había quedado de las fiestas….pero todo muy bueno. “La Tieta” se llama, al
lado de la Plaza Mayor, por si os coincide pasar por allí. Curioso y bonito
pueblo Lumbier.
Y ya de regreso al Hotel
porque había que hacer maletas (un monumento había que ponerle a Maca por las
palizas que se dio. No es que yo vaya de Marqués por la vida pero está claro
que el peso del viaje lo llevó ella).
Al día siguiente rodábamos
hacía Levante
Quili
Gracias por este magnífico paseo. Tomo nota de este viaje para hacerlo.
ResponderEliminarSeguro que te gustara y lo disfrutaras mucho.....
Eliminar