Ese frase que no se qué publicista se la sacaría de la
chistera pero que resulto ser todo un
pelotazo, realmente hizo que muchas personas volvieran su mirada hacía Teruel y
algunas también incluso lo buscaran en
el mapa pues yo creo que era una de las provincias más ignoradas y desconocidas
del país. Se acuñó para reivindicar el olvido que las distintas
administraciones y gobiernos tenían con la ciudad o al menos así lo sentían los
turolenses.
Yo nunca había estado
allí y excepto la imagen del torico, el mudéjar turolense, el jamón y el frío
que mi abuelo había pasado allí en la guerra reconozco que poco más sabía.
Bueno y también el chiste fácil y típico cuando alguien se refería a los amantes
de Teruel.. ya sabéis …aquello de tonta ella y tonto él. Pero después de
conocerla puedo afirmar que si, que
Teruel existe y además considero que es una bella ciudad que merece la pena
conocer.
Habíamos llegado a la
ciudad a última hora de la tarde y después de dar cincuenta mil vueltas por los
cuestas, subiendo y bajando de la ciudad, gracias a la inmensa sabiduría que
tiene ese individuo que mora dentro de
nuestro navegador. Al fin llegamos al hotel cayendo la noche. Por lo menos
acertamos de lleno con el alojamiento, El hotel Isabel de Segura, con parking
privado desde el cual se hace accesible el hotel, una habitación bastante bien
adaptada y como comprobaríamos al día siguiente muy bien situado para
acercarnos al casco histórico despreocupándonos del coche.
Amaneció un día fresco en Teruel, tanto que yo tuve que
ponerme el polar. Aunque por momentos de camino
hacia el centro, sentía un cierto
complejo de extraterrestre pues la gente
que se nos cruzaba iba en manga corta o con chaquetilla, claro ¡¡eran del
Teruel!...y me imagino que su umbral de frio está a años luz del mío que apenas
sopla el viento del norte ya ando encogido y helado como un polo
Para llegar al casco histórico hay que atravesar el viaducto,
un observatorio ideal para tomar percepción
de que estamos sobre una muela a más de 900 metros de altitud. Para la gente
que quiera llegar en coche hasta el centro, mi recomendación es que lo dejen en
la plaza de San Juan, ya que casi todo el recinto es peatonal. Esta comunicado por
ascensor y a pocos metros de la zona.
Teruel es una ciudad muy bonita pero muy complicada para
moverse en silla de ruedas, con bastantes calles en pendientes. De hecho
completamente accesibles sólo son las calles centrales de la ciudad, y si te
mueves un poco corres el riesgo de meterte en zonas adoquinadas.
La ley de Murphy entre otras cosas dice que la tostada
siempre cae por el lado de la mantequilla y muchas veces se cumple, al menos
conmigo, cuando visito una ciudad que no conozco y ante dos calles y la
pregunta ¿por dónde tiro?.. No hay margen de error, siempre aparezco en los
pedregales. En ese caso metiéndome en una de subida que me llevaba la judería. Sobran comentarios.
Eso me paso por listo y por andar buscando por donde coño se
entraba a la plaza donde estaba el mausoleo de los amantes de Teruel, que todo
sea dicho no me importaba excesivamente,
pero a su lado y en esa misma plaza estaba la oficina de
Turismo, y ahí si me importaba llegar.
La plaza era inaccesible por su entrada habitual, así que Maca se acerco hasta la oficina para que nos informaran de itinerarios accesibles. La chica de turismo muy amable, pero que de accesibilidad sabía lo que yo de física cuántica le dijo que si me bajaba de la silla el tramo al mausoleo era corto y si no, podía dar un rodeo por no sé que calles pero sin saber la accesibilidad de las mismas. En fin que tiré por donde el navegador de mi coche me hubiera indicado y eso tiene un precio: acabe bamboleándome entre adoquines y cuesta arriba.
La plaza era inaccesible por su entrada habitual, así que Maca se acerco hasta la oficina para que nos informaran de itinerarios accesibles. La chica de turismo muy amable, pero que de accesibilidad sabía lo que yo de física cuántica le dijo que si me bajaba de la silla el tramo al mausoleo era corto y si no, podía dar un rodeo por no sé que calles pero sin saber la accesibilidad de las mismas. En fin que tiré por donde el navegador de mi coche me hubiera indicado y eso tiene un precio: acabe bamboleándome entre adoquines y cuesta arriba.
Pero la ventaja de caminar sin tener ni puñetera idea de por
donde vas es que al final acabas yendo a lugares que a priori por su dificultad
o su distancia los descartarías. Nosotros después de llegar a la judería, que
por cierto el pavimento ya era bastante guay nos encontramos con una de las
puertas de la vieja muralla medieval y para allá que nos fuimos.
Salimos a la ronda de Ambeles en la parte alta. Existen
distintos torreones de la antigua muralla que podemos ver moviéndonos por esa
ronda, de ellos el de Ambeles del siglo
XIV es el la fortificación más importante que se conserva del viejo trazado.
Nuestra “equivocación” nos permitió asimismo asomarnos al balcón natural de la
ciudad para contemplar el paisaje y el tajo que rodea la ciudad. Allí también
podremos encontrar un ascensor que comunica la ciudad alta con la baja y la
estación de autobuses.
A todo esto yo no
había recorrido todavía prácticamente nada de la zona monumental pues la “excursión”
a la judería me hizo salir de la ruta más habitual y lógica. Así que vuelta
hacia atrás y pendiente abajo nos fuimos al encuentro de la plaza del
Torico, llamada así por la figura que corona la columna de la fuente que hay en
el centro de la plaza.
Muchos visitantes que llegan a esta plaza se quedan algo
decepcionados al ver al famoso “Torico” y suele ser común el comentario de ¡pero
si es muy pequeño!, como si esperaran encontrarse poco menos que con un toro de
Osborne.
Es una hermosa plaza, flanqueada por edificios modernistas
y galerías de soportales que se deben agradecer y mucho en los duros inviernos
de esa tierra. Tomamos un café en una de
las terracitas recreándonos con el lugar
y además disfrutando del calorcillo del
sol que por fin se había dignado a salir.
De allí nos fuimos a conocer el mudéjar turolense que fue
declarado en 1986 por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. El estilo mudéjar tiene
su origen en los musulmanes que permanecieron
en sus ciudades o antiguos reinos, después de que estos fueran incorporados por
los reinos cristianos en el lento camino hacia al sur que significó la
reconquista. Los artesanos musulmanes continuaron haciendo su trabajo e incorporaron
sus técnicas constructivas y elementos
decorativos a las nuevas construcciones que realizaban y así el
mudéjar es una simbiosis del románico y gótico propios de Occidente y de
los elementos decorativos más característicos de la arquitectura musulmana.
La Torre del Salvador se encuentra al final de la calle del
mismo nombre que además la atraviesa. Es una calle algo complicada por el
adoquinado, que aun no siendo muy agresivo, si molesta bastante. Hay que bajar
con prudencia porque la calle es estrecha y tiene tráfico fluido de coches. La
torre que pertenece a la iglesia del Salvador es del siglo XIV y semeja un
minarete almohade. Desde el final de la calle también podemos ver la escalera neomudéjar
que facilita el acceso a la parte baja de la ciudad.
La siguiente torre que visitamos fue la de San Martin que
esta al final de la calle de los amantes y como el resto de la torres era
puerta de acceso al Teruel medieval. La decoración es de ladrillo resaltado y
cerámica vidriada se extiende a lo largo de los cerca de cuarenta metros
que levantan los dos cuerpos de la torre.
Y para rematar este acercamiento al arte turolense la catedral
de Santa María es la guinda del pastel. De origen románico y con aportaciones
góticas la reforma mudéjar encajo perfectamente todo el conjunto. Es muy bonita,
de las más hermosas que yo he visto. No
pudimos entrar porque era tarde y estaba cerrado así que no puedo valorar la accesibilidad,
pero por la impresión que me lleve de forma general en la ciudad, no es algo
que tengan muy presente.
Pero era la hora de comer y al lado de la plaza del Torico había
un restaurante: Rokelin, donde el jamón
de Teruel volaba de los platos. También tenía distintos menús y todo muy rico
sin subirse a la parra con los precios. Accesible sólo la entrada.
Teruel es una ciudad pequeña y no da para mucho más. En una
mañana o una tarde se visita sin problemas. Para nosotros fue una agradable y
bonita sorpresa en el camino. Pero había que seguir la ruta, así que recogimos
el coche en el parking del hotel y tiramos, de nuevo, por la autovía mudéjar hacia
Valencia, punto final de nuestro viaje y
donde nos quedaríamos una semana.
Moraleja: Pues sí, Teruel existe y además merece la pena
visitarlo.
Un saludo
Quili
Nuevamente Quili, gracias por compartir la experiencia. Y no me canso de repetir que las fotos son excelentes, muy bien 10, felicitado!!! :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un placer compartirlas con gente como tu. Cuando estés en Brasil espero que tu nos cuentes las tuyas. Un abrazo amigo
EliminarPrecioso viaje, preciosa ciudad y excelentes fotos. Me la dejo en la lista para cuando encaje. Gracias.
ResponderEliminarTe gustara, seguro
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