Sigo con las impresiones y
recuerdos del viaje de este pasado verano. Hacerlo es como seguir viajando,
pues recordar siempre es iniciar un viaje hacia el interior de nuestra memoria
o nuestra alma.
Con todo colocadito en su sitio dentro coche
dejamos Pamplona rumbo hacia Levante, aunque como
no lo queríamos hacer directamente nos dimos una vuelta por esos mundos
de Dios, ya que hay muchas localidades,
montes, valles, ríos y vaguadas entre ambas comunidades. Sitios que por una
razón u otra quedan registrados en nuestra mente y que a veces cuando pasamos cerca o no muy
lejos pues aprovechamos para conocerlos.
Salimos a la autopista que une
Irún con Cataluña con la intención de desviarnos a la altura de Zaragoza. Si hubiéramos
tenido más tiempo, aún haciendo más
kilómetros la habríamos pillado más
arriba, antes de Logroño para poder pasar,
aunque fuera por autopista por el
desfiladero de Pancorbo. Otro lugar que queda en el tintero. Hay tantos lugares
que dejamos en el tintero con la voluntad de poder conocerlos algún día, que mi
duda está en saber …¡¡¡si habrá suficientes tinteros para albergar tantas cosas
pendientes!!!
Nuestro destino final era Teruel
y para llegar hasta allí deberíamos meternos en la autovía mudéjar. Un original nombre el que le han puesto a esa
vía que une Zaragoza con Valencia, todo
un reconocimiento a la arquitectura mudéjar de la zona. Ese era el camino más
corto pero como comenté más arriba dimos
una pequeña vuelta para conocer un pequeño pueblo de la estepa aragonesa:
Belchite.
El campo que se extiende entre
Zaragoza y Belchite puede parecer desolador, pues como dije antes es estepario.
Extensas llanuras desérticas, salpicadas de cerros con escasa vegetación que
dan un conjunto de tonos verdes y ocres a lo largo de kilómetros y kilómetros. Puede gustarle a uno más o menos
ese tipo de paisaje, lo que está claro es que es un matiz más de ese multicolor
arcoíris de espacios naturales que
tenemos la suerte de disfrutar en España. Reconozco que el primer pensamiento
que vino a mi cabeza fue: “aquí tiene que hacer un frío de cojones cuando sopla
el Moncayo en Invierno”
Desde antes de llegar al pueblo
ya se atisban las viejas ruinas de Belchite. El pueblo nuevo se levantó a su
lado después de la guerra civil por prisioneros republicanos. De hecho en sus
proximidades se creó un campo de concentración. Franco prohibió que se tratase
de reconstruir el pueblo viejo, quería que sus ruinas se perpetuasen para dar Fe
de la “barbarie roja”. Después del conflicto hubo familias que no podían
pagarse una casa en el pueblo nuevo y continuaron viviendo en el viejo hasta
que en 1964 lo abandonaron sus últimos moradores.
Antes de ir pueblo viejo nos
dimos una vuelta (y aprovechamos para comer ) por el actual Belchite y hubo
algo que me hizo alucinar un montón: Un escudo de Falange, no en pequeñito..no,
a lo bestia y sobre una fachada muy visible en una de sus principales calles.
Desde mis años de infancia no veía uno así.
Antes de la guerra este
era un pueblo muy prospero, con un hospital, bellas iglesias mudéjares, varios conventos y
hasta un seminario. Pero la sinrazón humana lo devasto.
En
este lugar y a lo largo de 15 días se desarrolló una de las principales batallas
de la Guerra Civil española. La toma de
Belchite era fundamental para las tropas repúblicas dentro de su ofensiva
contra Zaragoza. Los combates fueron
durísimos en aquellos calurosos días de Agosto y septiembre de 1937. El constante
cañoneo que sufrió, combinado con
bombardeos aéreos destruyó la mayor parte del pueblo.
La resistencia, combatiendo casa
a casa, de las tropas nacionales junto a
vecinos del pueblo fue muy fuerte convirtiendo el asalto final en una
sangría. La población civil sufrió mucho en Belchite, fueron más de 6000 los
civiles y militares que perdieron su vida entre sus edificios y calles.
Belchite es un ejemplo de la
barbarie humana. Estamos acostumbrados a ver por la tele ciudades devastadas
por la guerra como pueden ser Sarajevo o cualquiera de las ciudades sirias
machacadas estos últimos meses por la mala bestia de Al Asad. Pero ver todos
esos edificios arrasados, todas esas calles por las que antaño fluía la vida y
las risas de los niños, invita a la reflexión.
Cuando alguien, desde un destacamento militar fríamente señaló con su dedo sobre un mapa
este pueblo como objetivo militar, lo condenó a su sufrimiento, destrucción y muerte.
Este mismo año se cercó todo su
perímetro para evitar posibles accidentes por desprendimientos en sus
derruidos edificios y sólo se dejó un acceso
por una antigua puerta que fue rehabilitada.
Eso impidió que yo pudiera moverme por alguna de sus calles pues el
adoquinado medieval, encima en ligera pendiente, por el que es necesario pasar para franquear la puerta era completamente
insalvable para mi silla de ruedas eléctrica. Yo creo que en silla manual “en
dos ruedas” y con ayuda si los podría salvar, pero con la mía..ni de coña. A
Maca le permitieron entrar a tomar unas fotos. También prohibieron las visitas
libres. Ahora sólo pueden ser visitas guiadas y en unos determinados horarios.
Pero nos ofrecieron la
posibilidad de recorrer un itinerario
alternativo que bordea el recinto, pero debía ser en coche pues aquello está
muy mal para moverse con una silla. Así lo hicimos, entre ruinas y lentamente, pues repito que incluso en coche hay que
moverse con mucha precaución. Nos podíamos parar en algunos sitios donde la zona se ensancha y
podía bajar yo del coche.
Ese itinerario nos hizo darnos
cuenta de las verdaderas dimensiones del viejo pueblo. Mires donde mires sólo
ves ruinas de casas que antaño albergaban familias humildes, pero también de
edificios de cierta importancia. Impactos
de metralla y de balas de todos los calibres, como si fuera algo inherente al
desolado paisaje, son la triste decoración de aquellas construcciones que a
duras penas se agarran a la tierra que contempló la ilusión y el esfuerzo de sus moradores al
levantarlas, resistiéndose a convertirse
definitivamente en polvo y olvido.
Las bellas geometrías del mudéjar
de sus iglesias se alternan con la huella del cañoneo, como si un ejército de
termitas las hubiera carcomido. Excepto algún vecino que nos cruzamos,
estábamos solos, el silencio apenas roto por alguna voz proveniente del pueblo
nuevo y por el viento que en esa zona sopla con fuerza, era el único compañero
de nuestra visita. Contemplar el pueblo fantasma de Belchite invita a la reflexión y a compartir aquella
desolada frase de un conocido y ya retirado político español: ¡Malditas sean
las guerras y todos los que las provocan!.
El pueblo viejo de Belchite
también es muy conocido por su fama de episodios “paranormales”. Muchos investigadores han pasado noches entre
sus ruinas intentando recoger “psicofonías” o testimonios “del otro lado”. El
último fue Iker Jiménez que le dedicó
dos programas (que están en la web de
mediaset). Yo no entro ni salgo en este tema. He escuchado alguna de las grabaciones
y dan algo de yuyo. La que más me ha impresionado ha sido la del recoge el ruido
del paso de los aviones. Lo que tengo muy claro es que no me meto allí una
noche a menos que me acompañe un destacamento de la Legión (con carnero
incluido). Aquí os dejo un video de los muchos que hay en You Tube.
A apenas 5 kilómetros de Belchite
y en la dirección que nosotros seguíamos nos encontramos con otro pueblo cuyo
nombre nos transmite sensaciones radicalmente distintas. Fuentedetodos, El
pueblo natal de Goya. Es un lugar que se ha volcado con el arte, todo en el
gira sobre el pintor teniendo como principal referente la casa donde nació.
Hay galerías de arte y talleres de grabado.
Pero….prácticamente todo es inaccesible. El mismo pueblo por sus calles en
pendiente es complicado para moverse en silla, pero merece la pena pasarse por
allí y recorrer los rincones donde correteo de niño uno de los españoles más
universales, Francisco de Goya y Lucientes que por abrazar la bandera de la
razón, de la ilustración acabó sus días en Burdeos, exiliado mientras en España
reinaba el mal bicho de Fernando VII.
Vueltos de nuevo a la carretera
nos fuimos a buscar la autovía mudéjar, pero para llegar a ella tuvimos que
cruzar los extensos campos de las vides
que manan el vino de Cariñena, una de la denominaciones de origen más
importantes que tenemos. Como era Septiembre había cierta actividad que
anticipaba la inmediata vendimia. Lo peor los 50 kilómetros hasta el cruce de
la autovía por una estrecha y abombada carretera que hizo que fuéramos botando
todo el santo trayecto.
Y nos pusimos dirección a Teruel,
ya cayendo la tarde y todavía con 200 kilómetros
por recorrer..
Un saludo
Quili
Yo había visto el programa sobre esos "fenómenos" de Belchite.
ResponderEliminarDebe ser conmovedor pasear por esas calles. Las fotos son espectaculares.
Te agradezco mucho la crónica.
Un abrazo.
Impresiona bastante amigo....un abrazo
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