miércoles, 30 de octubre de 2013

Teruel también existe


Ese frase que no se qué publicista se la sacaría de la chistera pero que resulto ser todo  un pelotazo, realmente hizo que muchas personas volvieran su mirada hacía Teruel y algunas  también incluso lo buscaran en el mapa pues yo creo que era una de las provincias más ignoradas y desconocidas del país. Se acuñó para reivindicar el olvido que las distintas administraciones y gobiernos tenían con la ciudad o al menos así lo sentían los turolenses.

 Yo nunca había estado allí y excepto la imagen del torico, el mudéjar turolense, el jamón y el frío que mi abuelo había pasado allí en la guerra reconozco que poco más sabía. Bueno y también el chiste fácil y típico cuando alguien se refería a los amantes de Teruel.. ya sabéis …aquello de tonta ella y tonto él. Pero después de conocerla puedo afirmar que  si, que Teruel existe y además considero que es una bella ciudad que merece la pena conocer.
 

Habíamos  llegado a la ciudad a última hora de la tarde y después de dar cincuenta mil vueltas por los cuestas, subiendo y bajando de la ciudad, gracias a la inmensa sabiduría que tiene ese individuo que mora  dentro de nuestro navegador. Al fin llegamos al hotel cayendo la noche. Por lo menos acertamos de lleno con el alojamiento, El hotel Isabel de Segura, con parking privado desde el cual se hace accesible el hotel, una habitación bastante bien adaptada y como comprobaríamos al día siguiente muy bien situado para acercarnos al casco histórico despreocupándonos del coche.

Amaneció un día fresco en Teruel, tanto que yo tuve que ponerme el polar. Aunque por momentos de camino  hacia el centro,  sentía un cierto  complejo de extraterrestre pues la gente que se nos cruzaba iba en manga corta o con chaquetilla, claro ¡¡eran del Teruel!...y me imagino que su umbral de frio está a años luz del mío que apenas sopla el viento del norte ya ando encogido y helado como un polo

 

Para llegar al casco histórico hay que atravesar el viaducto, un observatorio ideal  para tomar percepción de que estamos sobre una muela a más de 900 metros de altitud. Para la gente que quiera llegar en coche hasta el centro, mi recomendación es que lo dejen en la plaza de San Juan, ya que casi todo el recinto es peatonal. Esta comunicado por ascensor y a pocos metros de la zona.

 

Teruel es una ciudad muy bonita pero muy complicada para moverse en silla de ruedas, con bastantes calles en pendientes. De hecho completamente accesibles sólo son las calles centrales de la ciudad, y si te mueves un poco corres el riesgo de meterte en zonas adoquinadas.
 
 
La ley de Murphy entre otras cosas dice que la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla y muchas veces se cumple, al menos conmigo, cuando visito una ciudad que no conozco y ante dos calles y la pregunta ¿por dónde tiro?.. No hay margen de error, siempre aparezco en los pedregales. En ese caso metiéndome en una de subida que me llevaba  la judería. Sobran comentarios.
Eso me paso por listo y por andar buscando por donde coño se entraba a la plaza donde estaba el mausoleo de los amantes de Teruel, que todo sea dicho no me importaba excesivamente,  pero a su  lado  y en esa misma plaza estaba la oficina de Turismo, y ahí si me importaba llegar.

La plaza era inaccesible por su entrada habitual, así que Maca se acerco hasta la oficina para que nos informaran de itinerarios accesibles. La chica de turismo muy amable, pero que de accesibilidad sabía lo que yo de física cuántica  le dijo que si me bajaba de la silla el tramo al mausoleo era corto y si no, podía dar un rodeo por no sé que calles pero sin saber la accesibilidad de las mismas. En fin que tiré por donde el navegador de mi coche me hubiera indicado y eso tiene un precio: acabe bamboleándome entre adoquines y cuesta arriba.
 
 
 
Pero la ventaja de caminar sin tener ni puñetera idea de por donde vas es que al final acabas yendo a lugares que a priori por su dificultad o su distancia los descartarías. Nosotros después de llegar a la judería, que por cierto el pavimento ya era bastante guay nos encontramos con una de las puertas de la vieja muralla medieval y para allá que nos fuimos.
Salimos a la ronda de Ambeles en la parte alta. Existen distintos torreones de la antigua muralla que podemos ver moviéndonos por esa ronda, de ellos el de Ambeles  del siglo XIV es el la fortificación más importante que se conserva del viejo trazado. Nuestra “equivocación” nos permitió asimismo asomarnos al balcón natural de la ciudad para contemplar el paisaje y el tajo que rodea la ciudad. Allí también podremos encontrar un ascensor que comunica la ciudad alta con la baja y la estación de autobuses.
 
 
 
A  todo esto yo no había recorrido todavía prácticamente nada de la zona monumental pues la “excursión” a la judería me hizo salir de la ruta más habitual y lógica. Así que vuelta hacia atrás y pendiente abajo nos fuimos al encuentro de la plaza del Torico, llamada así por la figura que corona la columna de la fuente que hay en el centro de la plaza.
Muchos visitantes que llegan a esta plaza se quedan algo decepcionados al ver al famoso “Torico” y suele ser común el comentario de ¡pero si es muy pequeño!, como si esperaran encontrarse poco menos que con un toro de Osborne.

 
Es una hermosa plaza, flanqueada por edificios modernistas y galerías de soportales que se deben agradecer y mucho en los duros inviernos de esa tierra.  Tomamos un café en una de las terracitas  recreándonos con el lugar  y además disfrutando del calorcillo del sol que por fin se había dignado a salir.
 
 
 
De allí nos fuimos a conocer el mudéjar turolense que fue declarado en 1986 por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. El estilo mudéjar tiene su origen en los musulmanes  que permanecieron en sus ciudades o antiguos reinos, después de que estos fueran incorporados por los reinos cristianos en el lento camino hacia al sur que significó la reconquista. Los artesanos musulmanes continuaron haciendo su trabajo e incorporaron sus técnicas constructivas  y elementos decorativos a las nuevas construcciones que realizaban  y así  el mudéjar es una simbiosis del románico y gótico propios de Occidente y de los elementos decorativos más característicos de la arquitectura musulmana.      
 
La Torre del Salvador se encuentra al final de la calle del mismo nombre que además la atraviesa. Es una calle algo complicada por el adoquinado, que aun no siendo muy agresivo, si molesta bastante. Hay que bajar con prudencia porque la calle es estrecha y tiene tráfico fluido de coches. La torre que pertenece a la iglesia del Salvador es del siglo XIV y semeja un minarete almohade. Desde el final de la calle también podemos ver la escalera neomudéjar que facilita el acceso a la parte baja de la ciudad.
 



 
La siguiente torre que visitamos fue la de San Martin que esta al final de la calle de los amantes y como el resto de la torres era puerta de acceso al Teruel medieval. La decoración es de ladrillo resaltado y cerámica vidriada  se extiende a lo largo de los cerca de cuarenta metros que levantan los dos cuerpos de la torre.       
          


 
Y para rematar este acercamiento al arte turolense la catedral de Santa María es la guinda del pastel. De origen románico y con aportaciones góticas la reforma mudéjar encajo perfectamente todo el conjunto. Es muy bonita, de las más hermosas que yo he visto.  No pudimos entrar porque era tarde y estaba cerrado así que no puedo valorar la accesibilidad, pero por la impresión que me lleve de forma general en la ciudad, no es algo que tengan muy presente.
 





 
Pero era la hora de comer y al lado de la plaza del Torico había un restaurante: Rokelin,  donde el jamón de Teruel volaba de los platos. También tenía distintos menús y todo muy rico sin subirse a la parra con los precios. Accesible sólo la entrada.

Teruel es una ciudad pequeña y no da para mucho más. En una mañana o una tarde se visita sin problemas. Para nosotros fue una agradable y bonita sorpresa en el camino. Pero había que seguir la ruta, así que recogimos el coche en el parking del hotel y tiramos, de nuevo, por la autovía mudéjar hacia Valencia, punto final de nuestro viaje  y donde nos quedaríamos una semana.

Moraleja: Pues sí, Teruel existe y además merece la pena visitarlo.

Un saludo

Quili                      

 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

 

4 comentarios:

  1. Nuevamente Quili, gracias por compartir la experiencia. Y no me canso de repetir que las fotos son excelentes, muy bien 10, felicitado!!! :)

    Un abrazo.

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    1. Es un placer compartirlas con gente como tu. Cuando estés en Brasil espero que tu nos cuentes las tuyas. Un abrazo amigo

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  2. Precioso viaje, preciosa ciudad y excelentes fotos. Me la dejo en la lista para cuando encaje. Gracias.

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